Carta para Iván
Desde hace dos años y seis meses mi vida se llenó de interrogantes… Interrogantes que hasta el día de hoy no tienen respuestas y que quizás nunca las tengan o por lo menos no antes del día que cierre mis ojos para encontrarme con mi hijo en otro estado, en un lugar sin nombre, enorme y hermoso, donde el tiempo es eterno y sólo de nosotros… interrogantes como ¿Por qué a él? ¿Por qué así? ¿Por qué tan joven? ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros?...
Desde hace dos años y seis meses te busco, te pienso, te recuerdo, te sueño, te lloro, te extraño, te necesito…
Desde hace dos años y seis meses mi sonrisa no es una sonrisa, mi alegría no es alegría, mis recuerdos son sólo un dolor tan profundo y desgarrador como inexplicable, y mi felicidad… ya ni siquiera sé lo que significa…
Desde hace dos años y seis meses visito ese cementerio, toco esa placa, me recuesto sobre esa tumba, me inclino y rezo sobre ese suelo; tratando de encontrar las respuestas que nunca llegan…
Desde hace exactamente dos años y seis meses te pido que me acompañes, que me des la fuerza, que me brindes tu ayuda…
Desde hace exactamente dos años y seis meses mis regalos de cumpleaños sólo pueden ser flores; flores que decoran tu tumba, flores que se marchitan y mueren un poco cada, día como yo…
Y hoy, hace dos años y seis meses después del fin de mi mundo, la Justicia en vez de ayudarme a encontrar alguna respuesta, lo único que hace es llenarme de más interrogantes, como si no tuviera los suficientes… Interrogantes ridículos, incómodos, inexplicables y hasta avergonzantes… Interrogantes como ¿por qué cambiaron la fecha de tu juicio? ¿Por qué no tengo fiscal? ¿Por qué los jueces se toman vacaciones? ¿Por qué los derechos humanos son para algunos y no para todos? ¿Por qué me cambiaron de fiscal cuatro veces?
Este lunes 12 de mayo de 2014, hijito mío, cumplirías 22 añitos… Y esta vez guardaba la fe y esperanza de poderte dar otro regalo además de 22 rosas blancas… Esta vez guardaba la esperanza de poder regalarte justicia… La justicia que te debo desde hace dos años y seis meses… La justicia que vos, mi hijo pequeño, te mereces…
Hacer justicia con los cobardes que te ejecutaron por la espalda… Y que de este modo logres tu eterno descanso en paz…
Pero hoy la Justicia nos juega otra mala pasada… Hoy la Justicia decidió correr tu juicio sin explicación alguna, dejándome una vez más sola con las mismas rosas blancas que se devora el tiempo...
Iván: tu voz guarda un secreto, mi vida, y sólo tú sabrás si sufriste o no en ese momento, si tuviste miedo o no y, sobre todo, si me llamaste y yo no llegué a tiempo. Tú, sólo tú, mi cabezón...”
Tu mamá
Silvia Jiménez